ALMANZOR Y EL
ANCIANO FRAILE
Allá por el año 997 entró el gran jefe moro Almanzor en Santiago de Compostela.
Pretendía destruir el mayor santuario de los cristianos ibéricos, donde estos
templaban la fortaleza de sus almas en la lucha heroica que sostenían para la
reconquista de la tierra avasallada por los mahometanos.
Almanzor arrasó la ciudad y
el templo sin la más pequeña lucha porque, al saberse la próxima llegada de los
temibles enemigos, toda la gente había dejado vacías casas y calles. Como
señalada muestra de su triunfo, el caudillo moro hizo llevar a Córdoba, a hombros de los cautivos cristianos vencidos, las
campanas de la sede compostelana, que sirvieron de lámparas en la mezquita
hasta que, recobrada aquella ciudad, volvieron a hombros de esclavos musulmanes
a la catedral gallega.
Pero un episodio relata la leyenda que debió ser cierto; porque el
expedicionario respetaría el sepulcro del santo Apóstol, que se halló intacto.
Dícese que cuando entró Almanzor
en la catedral y llegó hasta el túmulo
del Apóstol, estaba arrodillado ante éI, orando, un anciano fraile, única
persona viva que había visto en toda la ciudad. Hay quien supone que el tal fraile era el obispo de Iria, Pedro de
Mezonzo.
Almanzor no se sabe si por respeto al viejo o
por temor al poder sobrenatural del santo Apóstol ante cuyo sepulcro estaba, no
osó tocar ni hacer daño alguno ni al sarcófago ni al fraile y se retiro de allí
silenciosamente, aunque no tuvo el mismo respecto para el resto del templo, que
fue destruido.
Santiago Lorenzo Sueiro
Presidente de
Alianzagalega
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