Semana Santa en Fisterra
La Semana Santa de la villa de Finisterra, declarada de Interés Turístico Nacional,La Semana Santa Fisterrana consta de 5 días de representaciones con sus diferentes actos representativos, litúrgicos y procesionales, en los que el pueblo se vuelva asumiendo cada uno su puesto y su papel dar vida a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
La villa del Cristo de la Barba Dourada con casi 5000 habitantes se viste de Pasión para celebrar su Semana Santa. Unos 500 penitentes, otros tantos portadores, organizadores, personajes vivientes,... El pueblo entero se entrega a esta tradición arraigada desde el S.XIV.
La Semana Santa de Fisterra atesora uno de los patrimonios más valiosos del mundo, con el Cristo de la Barba Dourada del s.XIV; la implicación de todos los fisterranos en las celebraciones, el fervor con el que se vive en el pueblo y el orgullo que sienten de formar parte de esta celebración tan íntima y tan universal.
La Semana Santa de la villa de Finisterre, sin duda, es una de las celebraciones más grandes de toda Galicia que se realizan en estas fechas. El rasgo principal que la caracteriza y la diferencia de las otras Semanas Santas que podemos encontrar en la comunidad es que la mayor parte de los actos son representaciones realizadas por los propios fisterráns de carne y hueso, siguiendo textos de origen inmemorial, algunos datados de la Edad Media, que se entregan con fervor a la organización y celebración de nuestra Semana de Pasión, motivo de orgullo de los fisterráns desde hace siglos. Son los habitantes de Fisterra los mismos que representan a los apóstoles en la Última Cena, en la Oración del Huerto, judíos que prenden a Jesús, Marías que le acompañan en el acto del Desenclavo, y las Cofradías que participan vistiendo a su imagen y procesionando en cando momento de la Semana Pasión.
El marco incomparable donde se desarrollan la mayoría de las celebraciones gravita alrededor de la iglesia Parroquial de Santamaría de las Arenas, declarado Monumento Histórico-Artístico en el año 1985.
Pocas Semanas Santas aúnan personajes vivientes con imágenes de mas de 2 siglos de historia.
LEYENDA DEL CRISTO DE LA BARBA DOURADA.
Las leyendas dicen que le crece el pelo y la barba, y por eso se le llama el Santo da Barba Dourada.
A finales del siglo XII, un día en que las enfurecidas olas rompían de una manera aterradora, los pobres pescadores, cuando recogían sus redes rápidamente para volver al puerto, se dieron cuenta que un gran barco se balanceaba, sin poder avanzar en su camino, como si estuviera preso por su áncora.
Y los marineros vieron como de aquel barco arrojaba al mar una gran caja, y la caja no se hundía, sino que se mantenía flotando sobre el mar enfurecido; y entonces, el barco con sus grandes velas infladas por el viento, proseguía su rumbo.
Las barcas de los pescadores remaron entonces hacia aquella caja misteriosa, pero sin que pudieran acercarse a ella, que empujada por la agitada marea, iba acercándose a la costa, hasta varar en la arena.
En seguida la gente acudió a la playa; con martillos y hachas consiguieron abrir el cajón y, los marineros, mujeres y niños que corrían descalzos por el arenal, y todos los habitantes de la villa, vieron, curiosos y asombrados, que dentro de aquella caja estaba un Santo Cristo clavado en la cruz.
Comprendieron entonces por qué el barco que llevaba aquella caja no podía alejarse de allí. Era que el Santo Cristo quería quedarse en Fisterra, y por ello, sólo cuando lo echaron al mar para que pudiera acercarse a tierra, el barco logró continuar su viaje.
La imagen fue llevada en procesión a la iglesia y allí permanece siendo objeto de gran devoción.
Y se dice que cuando una gran marejada amenaza invadir la villa de Fisterra, es el Santo Cristo quién la libra del peligro, lo que viene sucediendo desde aquel lejano día en que llegó allí. Alguien, en un día de mucho mar, hizo esta sencilla plegaria:
“Santo Cristo de Fisterra
Santo da barba dourada
Veño de lonxe terra
Santo, por te ver a cara.”
“Santo Cristo de Fisterra,
que viñestes polo mar,
líbranos do mar a terra
e líbranos de afogar”
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