V I G O
- Casco antiguo ( Fiesta de la
reconquista )
Leyenda : El sepulcro de Cachamuiña (
Bernardo Gonzalez del Valle)
Vigo: Del latín VICVS, aldea (romana), en
contraposición al castrum prerromano indígena sobre el vicus.
En el
reinado de Felipe IV, en 1656, se
construyen las murallas de Vigo para proteger la ciudad de los saqueos.
La
muralla carecía de foso, llegaba hasta el Castillo
de San Sebastián y pasaba por la puerta
del Sol (hoy en día), donde se encontraba la fuente de Neptuno (hoy en los jardines de Quiñones de León). La
muralla bajaba por la calle Carral hasta A
Laxe, donde bordeaba el mar hasta O Berbés hasta
el arranque de la calle Real. Desde ahí ascendía hasta el Castillo de San
Sebastián.
El mar
llegaba, formando una playa, hasta los soportales
del Berbés, donde los pescadores guardaban y reparaban sus barcas.
La
calle Canovas del Castillo estaba bajo el mar que rompía contra las rocas de A Pedra. La Alameda no existía, sino
que era una gran playa.
Lo que
hoy llamamos Casco Viejo de la ciudad es toda la zona que estaba dentro y en el
entorno próximo a la muralla.
En
1809, como sucedió con el resto del territorio de la península, Vigo fue ocupado por el ejército francés.
La resistencia popular protagonizada entre otros por Pablo Morillo, el teniente Almeida y Bernardo González del Valle,
apodado Cachamuiña, provoca un levantamiento que termina con la
expulsión de los militares galos. Este episodio motivó la concesión a la, hasta
entonces, villa de Vigo del título de "Leal y Valerosa", honor
concedido por Fernando VII. En 1833 se acondiciona el camino real que lleva a
Madrid, conocido como carretera de Castilla
o de Villacastín. Un año después, en 1834, se terminan las obras de
reconstrucción de la Colegiata, obra de
Melchor de Prado, las cuales fueron debidas a que el antiguo templo había
sido destruido en uno de los numerosos saqueos piratas sufridos por la villa.
Leyenda :
El sepulcro de Cachamuiña ( Bernardo
Gonzalez del Valle)
Prologo:
Cachamuiña (El héroe de la Gamboa) : Bernardo González del
Valle pasará a la historia por su sobrenombre, que corresponde al de la
aldea orensana donde nació ( Cachamuiña)
, el 23 de marzo de 1771.
En la batalla de la noche del 27 del marzo. Un
marinero llamado Carolo para dar
paso a los soldados que luchaban contra los franceses, con un hacha intenta
derribar la puerta de Gamboa y es
muerto de varios disparos. Es Cachamuíña
quien, tras la muerte de Carolo, toma su hacha y derriba la puerta de Gamboa, pese a recibir cuatro balazos
del enemigo.
La leyenda :
La mañana del 27 de marzo apareció el cementerio de Pereiró
( Vigo ) rodeado de una espesa bruma, que no se percibían los objetos más
cercanos.
El aire crudo y frío
del inicio de la primavera pasaba en ráfagas por las calles de la ciudad y la
llovizna mojaba las ropas de los escasos transeúntes, pues aún era muy
temprano.
En aquella hora, cuando se abrieron las
puertas del cementerio, una señora como de cincuenta años de edad, alta,
esbelta, con rostro de un color blancuzco mate, cuyos ojos azules y rubios, así
como los cabellos crespos que acariciaban su frente, acusaban su estirpe celta,
atravesó sola y silenciosamente las carreras ( caminos) entre panteones y
tumbas.
A la débil claridad
del día, los árboles desnudos de follaje y la mayoría de las plantas marchitas
e inclinadas sobre los tallos cubiertos de humedad, con el viento frío que
azotaba aquellas ramas secas, daban al paisaje una tristeza imposible de
describir.
Al poner el pie en
el parterre, aquella mujer alzó el velo que cubría su sombrero, mostrando el
rostro al que la melancolía y la nostalgia prestaban el más dulce de los
encantos.
En el cementerio no
había ni una sola persona; el mar bramaba a los pies de aquellos muros y unido
al viento que silbaba entre los árboles, llenaban el recinto de tristeza.
Los árboles
inclinaban sobre la tumba de un militar sus ramas deshojadas y frías como las
cenizas sobre las cuales parecían llorar.
La dama enlutada,
blanca y rubia, se arrodilló al pie de la tumba y besó la tierra húmeda y fría.
Mucho debió de quererle; porque en sus
sollozos y sus palabras había amor, algo, en fin, eso que arrastra a la mujer
hacia el hombre para cometer todas las locuras. Aquella mirada sobre la helada
cantería parecía acariciar a la sombra que llamaban sus labios, labios que
murmuraban a cada momento, con acento de amorosa confianza:
¡Cachamuiña! ¡Cachamuiña!
Después de arrojar
una última mirada al sepulcro, aquella mujer echó el velo sobre su rostro y
abandonó el recinto.
Durante algunos años, cada 27 de marzo llegaba a la
misma hora; permanecía algún tiempo
al pie del sepulcro y después alejábase sola, triste, como un alma melancólica.
Un año aconteció que la desconocida no vino
a la misma hora, un año en que el 27 de marzo vio un cielo resplandeciente por
un hermoso sol. Pero cuando el astro del día se ocultaba tras las ondas del
mar, entró la dama apoyada del brazo de una doncella.
Se acercó poco a poco al sepulcro, se
arrodilló como acostumbraba y besó la tierra; luego se levantó y fue a apoyarse al árbol que había pegado al
sepulcro..
Allí, dejó vagar su
mirada a lo largo y ancho del cementerio.
El frio de la tarde
se dejaba sentir con mayor intensidad.
¡Señora! Dijo su acompañante. Es muy tarde….Este frío
puede hacerle daño.
Déjame, hija mía. ¿Qué importa un día u otro?
Momentos después, se
alejaba de aquellos lugares.
¡Adiós, por última vez! Exclamó al pasar ante el sepulcro.
El guardián del
cementerio cerró la puerta de la entrada cuando ella salió.
¿ Quien sería aquella señora?.
Sin duda una enamorada de Cachamuiña, su
esposa Doña Josefina Ballesteros Carasa , quien ?????????.
Santiago Lorenzo Sueiro
Presidente de Alianzagalega
Fotografías en :
http://alianzagalega.blogspot.com.es/
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