viernes, 10 de julio de 2015

Reina después de muerta

















Reina después de muerta

La leyenda de una mujer que fue coronada reina después de muerta en realidad no es una leyenda, sino historia verdadera que tuvo lugar allá por el año 1355. Sucedió en Portugal; pero como la protagonista fue la muy noble gallega doña Inés de Castro, tenemos que considerarla como algo muy nuestro.
El hijo del rey de Portugal Don Alfonso IV, Don Pedro, se enamoró de doña Inés de Castro, una bellísima doncella, rostro angelical y una melena larga con el pelo dorado, hija de D. Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, que fue acompañando a la infanta de Castilla, doña Constanza, a Lisboa, cuando se concertó su casamiento con el príncipe portugués.
A don Pedro no le gustaba la infanta Constanza; amaba, en cambio, intensamente y tiernamente a doña Inés, hija del conde de Lemos. Mas los amores de don Pedro con doña Inés no fueron gratos a los cortesanos y magnates de la corte de Lisboa, los cuales intrigaron con el rey para que los impidiera; y más que nadie se oponían porfiadamente. Había dos que sobresalían entre todos y estos eran Coello y Diogo Lopes Pacheco, que llegaron hasta amenazar al rey con una revolución popular. Ellos querían la unión con Castilla, esperando así alcanzar mayores ventajas y dignidades de aquel reino, aun cuando el propio reino portugués perdiese parte de su independencia.
Doña Inés era, como ya he dicho, noble; de sangre real, de la gran casa de Lemos, una de las primeras de Galicia. Y el príncipe don Pedro, a pesar de los consejos y represiones de su padre, no quiso abandonar a su amada doña Inés, con la que se caso secretamente, como prueban los documentos encontrados de la época, y de la que tenía tres hijos.
El príncipe juró que si él llegaba algún día a ser rey, doña Inés sería reina de Portugal; en verdad, para serlo tenía cualidades de nobleza e inteligencia, como tenía también una belleza extraordinaria, y el amor, para el rey y para el país donde vivía entonces.
Pero los cortesanos porfiaron en sus campañas en contra de la noble gallega, así como de su esposo el príncipe don Pedro. Y lograron al fin convencer al rey de que lo mejor era matar a doña Inés para terminar con aquellos amores que –decían—perjudicaban al país. El rey se resistía, sin embargo; pero tanto insistieron los consejeros que la trágica muerte de doña Inés fue consumada. El mismo Diogo Lopes  Pacheco la atravesó con su espada ante los hijos de la desdichada, estremecidos de horror.
El dolor de don Pedro fue desesperado y profundo. Tanto, que con sus partidarios, que eran muchos, hizo la guerra a su padre el rey.
Cuando, después de muerto Alfonso IV, le sucedió don Pedro, lo primero que hizo fue prender y ajusticiar a los que asesinaron a su amada doña Inés. Dícese que él mismo, con sus propias manos, arrancó el corazón del pecho de aquel traidor Diogo Lopes Pacheco y presenció la muerte de los demás que contribuyeron a que el crimen se realizara.
Después que doña Inés fue vengada, ordenó desenterrar su cadáver y en la iglesia catedral, en presencia de toda la nobleza y de una masa popular inmensa que rodeaba la basílica, doña Inés fue coronada reina de Portugal.
Así fue como una mujer desdichada recibió el homenaje de un pueblo, coronada reina después de muerta.
Don Pedro I de Portugal fue llamado por la nobleza <<EL CRUEL>>; todo porque castigó a aquellos que habían cometido un crimen tan vil y porque tenía más consideraciones con la gente del pueblo, que lo veneraba, que con los intrigantes y ambiciosos hidalgos que más atendían a su medro personal que a los intereses y conveniencias reales del país.
Una coincidencia extraña es que también don Pedro I de Castilla, llamado igualmente <<EL CRUEL>> por algunos motivos análogos, se casó con doña Juana de Castro, hermana de doña Inés. Esposa de un día fue doña Constanza.
Estas dos hermanas, nobles y bellísimas, son como una representación de esta nuestra tierra Galicia.
En esta tragedia se inspiró nuestro querido maestro Fray Jerónimo Bermúdez para escribir la obra de Nise lastimosa.   Y el escritor español Luis Vélez de Guevara dio luz con este mismo tema a su obra Reinar después de morir.

 Santiago Lorenzo Sueiro
Presidente de Alianzagalega

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