VASCO EL
TROVADOR
Todavía existe en Moeche (partido judicial de Ferrol) los restos del
famoso castillo de este nombre, que habitaba en el siglo XV el temible y
aborrecido Nuno Freire de Andrade,
apodado o Mao ( el Malo), al cual obligaron a huir los sublevados <<irmandiños>>, cuando se
levantaron en armas contra los abusos de los señores feudales.
Pero algo anterior a esto fue lo acontecido a Vasco, el trovador amado
por la hija Beatriz de don Nuno, a
la cual este había castigado, encerrándola en su cámara para que no pudiera
tener con el mancebo la más pequeña comunicación.
Pero el amor no se resigna a perder sus ilusiones y esperanzas, y el enamorado Vasco, aun exponiéndose a
las iras del temible don Nuno, se consolaba cantando en la soledad, aunque
procurando siempre aproximarse al castillo, con la ilusión de que su amada
pudiese oírle o, por lo menos, intuir su presencia.
Y una tarde, habiéndose enterado de que la hermosa Beatriz se hallaba
encerrada, prisionera de su padre, melancólicamente entono un nuevo cantar,
acompañado por la música de su laud.
Ave que
pasas cantando
al declinar
de la tarde;
céfiro
que jugueteas
entre el
espeso ramaje;
limpio
arroyo que cruzas
rumoroso
por el valle,
acariciando
las flores
con tus
sonoros cristales,
id a mi
bien y decidle
que aquí,
solo con su imagen,
dando
queda al libre viento
sentidos
ayes su amante;
decidle,
si, que sus penas
son la
causa de mis males;
que en
mis juramentos fíe;
que
enjugue el llanto…. Que ame……
Don Nuno, que volvía hacia el castillo después de una tarde de caza,
se quedó sorprendido y enojado al oír aquella canción y, dirigiéndose a él, le
gritó:
¡Calla, bellaco! ¿por qué te atreves tú, de sangre plebeya, a alzar tus
ojos hacia mi hija?
A lo que el joven respondió con dignidad y hasta con un punto de
altivez. Perdón señor; la nobleza está en el alma,
no en las venas de la sangre. Y la sangre se hereda, del alma de Dios sólo es
padre.
A lo que el de Andrade exclamó colérico: ¡Miserable! Si no te arranco la
lengua, es solo por no mancharme; pero aquí traigo un venablo y esto será lo
que te haga callar.
Y se lo arrojó al infeliz trovador que, herido en el pecho, soltando
el laúd, intentó con sus manos crispadas arrancar el arma que le había derribado
sobre el césped, ahora teñido de sangre.
Don Nuno, sin dar mayor importancia al hecho, siguió camino del
castillo con sus lebreles, comentando el lance con los monteros que le
acompañaban.
Pero al llegar no fue derecho al postigo donde le esperaban sus pajes,
sino que se dirigió a la puerta de la torre. Allí estaba encerrada Beatriz, su hija; allí suspiraba y lloraba la
infeliz. Pero al ver a su padre ssale a su encuentro y, haciendo una
reverencia, le dice:
¡Dios guarde a mi señor el conde, mi padre!
Bienveenido sea el caballero que seguramente muy buena caza me trae.
Y don Nuno le responde con una risa sarcástica:
No lo sabes bien, hija mía; aquí te traigo…. Un lobezno que ambicionaba
mi sangre.
Se vuelve entonces a sus servidores, haciéndoles seña de que se
acerquen y muestra a Beatriz el cuerpo yerto y ensangrentado de su amante, el joven
trovador.
¡Vasco! ¡Dios mío! Gritó Beatriz,
arrojándose al suelo para besar el cadáver, cuyo rostro riega con sus lágrimas.
Aquella acción produce tal enojo al de Andrade, que, en un momento de
obcecación y de locura, clava su espada en la espalda de su hija, atravesándole
el corazón.
Y así mezcló su sangre con la sangre del amante de su hija
Beatriz.
Santiago Lorenzo
Sueiro
Presidente de Alianzagalega
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