sábado, 5 de septiembre de 2015

La leyenda de Sta. María de Conxo













La leyenda de Sta. María de Conxo

Esta historia tan bella de Sta. María de Conxo, que en aquel momento nadie podía imaginar que lo que comenzó siendo una locura de amor acabaría convertido en un manicomio.
Esta leyenda pertenece a la peregrinación religiosa y al devaneo mundano.
Es el sepulcro de un caballero y la celda de una dama.

La leyenda comienza en un pueblecito llamado Beauvais (Bratuspantium), en la región de Picardía de la actual Francia, en los albores del siglo XII. Dicho territorio era gobernado por un anciano y noble caballero (Señor de Beauvais), padre del apuesto y galante Almerico Canogio. En la misma corte vivía una bella dama, rubia y de ojos claros, tan bella como virtuosa, de nombre Rusuida.  Y como en todas las historias de amor de la época, que se precie también existía un pretendiente vil, cruel y malvado, que era despreciado por Rusuida, el Conde Guarino.
Almerico Canogio y Rusuida muy enamorados, deciden contraer matrimonio. Cuando se están celebrando los festejos previos al enlace, el señor de Picardía cae gravemente enfermo, de una enfermedad desconocida y el Obispo Carnoto aplaza los esponsales y aconseja que Almerico peregrine a Compostela para interceder por la salud de su padre ante el Apóstol. Almerico Canogio como buen hijo decide peregrinar a Compostela en compañía del Obispo Carnoto, para así lograr la curación de su padre.
Rusuida intranquila por un mal sueño que había tenido, trata de convencerle para que no peregrine, pero Almerico no presto oídos a su amada Rusuida.
El Conde Guarino atisba la posibilidad de librarse de su contrincante y decide seguirlo en el peregrinaje, con el fin de encontrar una ocasión para darle muerte.
Almerico Canogio rechaza todo tipo de escolta y enfundado en la esclavina y con el báculo en la mano, parte para Compostela como un romero más en medio de los pajes que acompañan al Obispo Carnoto.
El Conde Guarino también partió siguiendo a Almerico. Pasan los días y Rusuida intranquila por aquel sueño que había tenido, y viendo que Guarino había salido tras su amado, decide salir hacia los Pirineos acompañada de una dama y dos pajes, tratando de dar alcance a su amado Canogio y librarle así del peligro que le acecha, contándole la partida del malvado Guarino.
Sin embargo el tiempo corre en su contra y llega demasiado tarde. Cuando Almerico Canogio y la comitiva del Obispo Carnoto llevan cuatro jornadas en España, descansando en un Hospital de peregrinos. A media noche una sombra atraviesa las galerías en dirección a la sala donde descansan, es el infame Guarino que al ver acostado y durmiendo a Almerico Canogio atraviesa su cuello con una mortal estocada de su espada.
Poco después hace su entrada en el Hospital la bella Rusuida que al ver el crimen cometido cae desolada en brazos del Obispo, y allí mismo pronuncia un voto religioso. Por lo que allí mismo decide que su prometido termine el Camino aún estando muerto.
El cadáver es trasladado a Santiago y Rusuida después de visitar la catedral de Santiago y pedir al Apóstol la pronta recuperación del señor de Beauvais, buscando un lugar para descansar se dirigen hacia el rio Sar, en las faldas del monte Pedroso, y sobre un ribazo distingue una bandada de palomas volando en círculos.  
La bella dama en ese momento decide emplear todas sus riquezas en la construcción de una iglesia, para dar sepultura en ella a su amado, en ese hermoso sitio donde vio volar en círculos la bandada de palomas (¿Fonte da Virxe?) y dedicarlo a la Virgen poniéndole el nombre de Santa María de Canogio ( Conxo).
El Arzobispo Gelmírez, viendo la posibilidad de fundar el primer convento de monjas de España, lo bendice y apoya, nombrando a Rusuida  la primera Abadesa de la congregación.
Este monasterio fue dedicado a la Madre de Dios en 1129, bajo la advocación de Santa María de Canogio en recuerdo del infortunado amante, que fue enterrado en un lado del coro de la iglesia. Restos que hoy no se conservan.
Sigue la leyenda que a la muerte de la abadesa Rusuida el monasterio cae en desuso, hasta que Gelmírez decide refundarlo instalando allí una congregación de Monjas Benedictinas.
La reforma monacal realizada en tiempos de los Reyes Católicos disolvió el Monasterio, agregando a sus religiosas a la comunidad de Antealtares. Poco después se instaló en él una pequeña comunidad de Padres Mercedarios, que al pasar de los años llegó a ser uno de los conventos Mercedarios más ricos de España.
En 1885 se inaugura en los edificios de Santa María de Conxo el actual Manicomio de Conxo.
Lo que empezó como locura de amor, es un hospital para curar locuras.
Santiago Lorenzo Sueiro
Presidente de Alianzagalega
 Fotografías en :
http://alianzagalega.blogspot.com.es/

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