LA VIRGEN DE SANTA BAIA DE
BANGA
Vivía en Carballino (nombre heredado del lugar. Los investigadores que se
han ocupado de conocer la génesis del topónimo coinciden en esto, aunque
discrepan en su origen. Parece prevalecer, sin embargo, la teoría del apelativo
cariñoso, que en Galicia suele ser un diminutivo, como referente último. Según
esto, O Carballiño, indicaría afecto hacia ese lugar poblado
de carballos),
allá por los años 1125, un muy
famoso artista, llamado maestre de
Sobrado, al cual se le había encomendado que labrara las imágenes de piedra
que decorarían el pórtico románico de la iglesia de Santa Baia de Banga, que se estaba construyendo por aquel entonces.
Aquel hombre tenía una hija,
hermosa muchacha de dieciocho años, a la que quería con locura; en ella juntaba
el amor de padre con aquel otro amor que sentía por su mujer, fallecida hacía pocos
años.
Mariña, la hija del maestre
de Sobrado, era una muchacha muy casta y muy linda. Y un hidalgo, que las
malas lenguas dicen de la familia del señorio
de Veloso, que se cruzó con ella una mañana en una de las calles de la
ciudad, se la quedó mirando con gran embeleso ante su belleza. Pronto se despertó
el afán del joven caballero por conseguir el amor de aquella criatura; pero
ella, modesta, juiciosa y cauta, no admitió los galanteos del hidalgo y se negó
a sostener relaciones amorosas con é1, comprendiendo que, dada su desigual
posición, era imposible que aquel hombre llegara a casarse con una joven tan
humilde como ella.
Pero aquella negativa encendió
más el deseo del mozo hidalgo, que, después de repetidos intentos sin conseguir
lo que pretendía y no pudiendo vencer la resistencia de la muchacha, se valió
de sus criados para sorprenderla una noche y llevársela a un pazo de las
cercanías de la ciudad, donde logró poseerla; y allí la tuvo prisionera unos
días, hasta que se aburrió, cansado de las constantes quejas y sollozos de la
cuitada, que se mostraba siempre hosca y desabrida para con é1, y la expulsó de
la casa.
Cuando Mariña se vio libre, intentó encaminarse a casa de su padre; pero,
avergonzada y temiendo el furioso enojo que el viejo santero pudiera sentir
contra ella por haberle abandonado, en la creencia de que esto pudiera ser por
propia voluntad, no se atrevió a volver. Y
vagó por los arrabales de la ciudad, por las calles apartadas, sirviendo como
amante ocasional de traficantes, arqueros y marineros, que la maltrataban y se
burlaban de la infeliz.
La hija volvió, al fin, un
atardecer a la casa de su padre, el viejo maestre
de Sobrado. Iba extenuada, flaca y melancólica, sin color en los labios y
sin brillo en los ojos. Llamó a la puerta suavemente, con miedo, y cuando el
padre fue a abrir cayó de rodillas ante él, suplicante y llorosa, diciendo:
-Perdonadme, padre mío;
perdonadme, aunque después caiga muerta a sus pies.
-Levántate, hija -respondióle
el padre, mientras el llanto acudía a sus ojos, resbalando las lágrimas por sus
arrugadas mejillas-. Y gracias a Dios que te has acordado de tu
padre y confiaste en é1.
Y cuando la muchacha se irguió,
la acogió en sus brazos y la besó con amor.
-¡Dios le bendiga, padre! Ahora,
ya puedo morir en paz.
-¡Morir, no, hija! Mi mayor felicidad es tenerte a mi lado; no creía
volver a verte más en mi vida.
-He sido ultrajada, escarnecida,
despreciada. Sufrí golpes y hambres... ¡Sólo usted, mi padre, se apiadó de mi,
cuando era el que podía maldecirme!
-Un padre debe saber perdonar y acoger con amor a sus hijos en desgracia;
porque no hay amor como el que se tiene a los hijos. Y aún haré más
–añadió- : todos los qué te han hecho daño, todos los que te han maltratado y
escarnecido, vendrán ante ti para reverenciarte y postrarse a tus pies... Y tú
vivirás más que ellos, porque serás eterna.
Y así fue. Porque la Virgen en piedra que
figuró en el pórtico de la Iglesia de Santa Baia de Banga, era la imagen, la bella imagen, llena de
serenidad y dulzura, de la hija del maestre de Sobrado que la esculpió.
Esta imagen fue llamada La Virgen de Piedra, por estar situada
en la portada del templo. Hoy se conserva en la primera capilla, entrando a la
izquierda, de la nave central.
Santiago Lorenzo Sueiro
Presidente de Alianzagalega
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