LAS BOCAS DO
SANGUE
A
mano derecha del camino que va de la villa de Ares a Mugados, y como a un cuarto de legua de andadura, se hallan
ocultas entre zarzales y malezas, a la orilla de la falda de una colina, unos
grandes agujeros como pozos a nivel del suelo, que la gente conoce por el
hombre de <<As Bocas do Sangue>>. Y dícese que de aquellos
agujeros salen, o salían en otros tiempos, unos extraños rumores que, para
aquellos que los oían, eran como signo de mal agüero.
Era
por los últimos años del siglo XIV, cuando el señor de Andrade gobernaba sus tierras de Puentedeume, en donde aún puede verse la torre de su
morada, así como también las ruinas de su castillo de Nogueirosa.
Tenía
el de Andrade entre sus servidores
un mozo robusto y varonil, llamado Fortún,
de veintitantos años, al que correspondía el privilegio de acompañarle en sus
cacerías y aun en las ocasiones de guerra cuando era preciso.
Fortún,
andaba tras de una muchacha de la aldea que tenía por nombre el de Maruxa y era rubia como una espiga de
trigo y tan sencilla y blanca de cara como las azucenas. Los dos hacían una
buena pareja, y se casaron.
Pero,
un hidalgo emparentado con el señor de
Andrade, por nombre Fernán Pérez de
Souto, se enamoró de la mujer de Fortún
y, con regalos que a ella le complacían y con palabras de afectada delicadeza
que su marido no solía dedicarle, fue engatusándola hasta que logró hacerla
suya.
El
bueno de Fortún nada sospechaba.
Contemplaba embobado a su mujer, que cada día estaba más hermosa y mejor
vestida y alhajada; pero como parecía ser hacendosa y bien dispuesta, y solía
mostrarse cariñosa y sonriente, el hombre vivía feliz. Hasta que un día, una
vieja vecina (ellos vivían en Ares)
encontró a Fortún en el camino y le
dijo:
-Fortún,
Te voy a decir una cosa, y no lo tomes a mal, te lo digo por tu bien.
-Hable,
señora Andrea, le agradeceré saber de lo que se trata.
-
¿No te has percatado que tu mujer viste ropas muy caras y alhajas de mucho
precio?
-Señora
, mi mujer es hacendosa y limpia y yo le entrego todo lo que gano, ella lo
administra y muy bien.
-Escucha.
En Ares todos saben que, cuando tu no vienes a causa de tu trabajo, se
aprovecha para hacerle compañía un hidalgo durante la noche.
-¿Es
cierto eso? Grito Fortún.
-Te lo juro,
dijo la vieja.
-Te
agradezco que me lo hayas dicho.
Pero
hombre fuerte y acostumbrado al rudo sufrimiento de las luchas guerreras, logró
acallar sus amarguras y dominar sus ansias de venganza y castigo, hasta poder
coger juntos a los dos amantes para no exponerse a cometer una injusticia.
Un
día le dijo a su mujer que tenía que salir con su amo el señor de Andrade para Villalba y que estaría fuera toda la semana. Pero se quedó en Puentedeume sin ir a casa dos
días. y, al tercero se fue de noche para Ares. Llegó antes de salir el sol y se
ocultó frente a su casa.
Pasó
algún tiempo y al amanecer, en la casa
se abrió una ventana, poco después la puerta y en ella apareció el bulto de un
hombre envuelto en una larga capa oscura. Fortún
sintió sus huesos ateridos por el frío; pero, con el odio quemándole las venas,
preparó silenciosamente su ballesta.
-Adios amor mio- dijo
la voz del hombre dirigiéndose a alguien que estaba dentro de la casa.
-Adios, hasta la noche- le
respondió Maruxa
-Estes
días son nuestro por entero, don Fernán, tenemos que aprovechar.
Y
en la puerta se dieron un último abrazo y besos de despedida. Después, Maruxa cerró la puerta y el hombre se
dirigió al cobertizo para montar en caballo que tenía amarrado allí.
Fue
entonces cuando Fortún disparó su
ballesta. Un pequeño grito, un <<¡Ah!»
de dolorosa sorpresa, de asombro; un suspiro de dolor y de muerte, y el hombre que
se derrumba sobre el suelo blanquecino de la helada.
Fortún se
acercó a la casa y llamó a la puerta.
-¿
Quién es ? --preguntó la voz de Maruxa.
-¡Abre,
soy yo, Fortún!
La
mujer acudió a abrir y, con los ojos desorbitados por el terror, exclamó:
-¡Tu
aquí a esta hora!
-¡Yo!,
para castigarte y a la vez a tu amigo, que ya pago su culpa.
-¡Fortún!
-¡Descastada,
mala mujer!.
Y
le clavó un puñal en el corazón sañudamente.
Después
desató el caballo de don Fernán Pérez,
cargó en él los cuerpos de los dos amantes y se fue camino de <<As
Bocas do Sange>>' en donde arrojó los cadáveres. Hecho esto,
montó en el caballo y se alejó hacia los montes.
Mucho
se habló en el castillo de Andrade,
y mucho se habló también en Ares
acerca del extraño caso de haber desaparecido el capitán don Fernán, Fortún y la mujer de este, Maruxa. pero nadie supo por qué ni cómo
había ocurrido aquello.
Pero,
pasado algún tiempo, empezó a notarse por toda la comarca de Puentedeume que una cuadrilla de
ladrones había asaltado varias casas, que robaban a los curas de las
parroquias, a los labradores ricos y hasta a los mismos hidalgos. y toda la
gente andaba con miedo.
Un
día que había salido de caza el señor de Andrade con algunos hidalgos de su
casa, cuando después de dar muerte a dos jabalíes volvían hacia el castillo,
hallaron cerca de un riachuelo a dos hermanos, sobrinos de don Fernán Pérez, el desaparecido capitán
de Andrade. Ambos estaban , al
parecer muertos; pero a uno de ellos todavía vivo, le quedaban alientos para decir
que habían sido asaltados por cuatro o cinco hombres bien armados y que uno de
ellos era Fortún; y ya con mucha
dificultad, añadió que este jurara matar a todo aquel que tuviera sangre de don
Fernán Pérez de Souto, para castigar el daño y la desgracia que este le había causado.
Sabido
esto por el señor de Andrade, dispuso que una tropa de ballesteros y lanceros,
batido y derrotado, Fortún se vio
acorralado y tuvo que huir, y gracias que conservaba el caballo de don Fernán para salvarse, sin que pudieran
apresarlo, como les aconteció a sus compañeros.
Pero
a pesar de eso, Fortún, cercado por
sus perseguidores que también iban a caballo, tuvo que seguir el camino de Mugardos y, al llegar ante las <<Bocas do Sangue>>,
sintiéndose perdido, prefirió darse la muerte por sí mismo antes que dejarse
ahorcar, y dirigiendo el caballo hacia las espantosas cuevas, se arrojó a una
de ellas, yendo a estrellarse en las profundidades de la sima.
Santiago Lorenzo Sueiro
Presidente de Alianzagalega
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