domingo, 3 de mayo de 2015

OUROL -- Goidniu, la cierva do Castrobo y su hijo Oisin















OUROL  -- Goidniu,  la cierva do Castrobo y su hijo Oisin

Ourol (en castellano Orol) es un municipio de la Provincia de Lugo. Pertenece a la Comarca de La Mariña Occidental.

 

Situación:

El ayuntamiento de Orol se divide en ocho parroquias: Ambosores, Bravos, Merille, Miñotos, Orol, San Pantaleón de Cabanas, O Sisto y Gerdiz. El término municipal está limitado por los municipios de Vicedo y Vivero al norte, al sur con el de Muras al este con el de Valadouro y al oeste con el de Mañón.
Desde un punto de vista etimológico, Orol (Ourol) se refiere a una (villa) Aurioli, de un poseedor medieval llamado Auriolus, nombre documentado en los siglos X y XI.

 

Paleolítico:

En Orol destaca el yacimiento del mesolítico de Xestido en Miñotos, de industria microlítica laminar y geométrica.

 

Cultura Megalítica:

La cultura megalítica se caracteriza por las construcciones de monumentos funerarios. En Orol aparecen registrados los siguientes túmulos:
A Veiga en San Pantaleón de Cabanas: túmulo semiesférico. Sus dimensiones son de aproximadamente 12 metros de diámetro y 1,30 metros de altura.
Penido Viejo/Huchas de Penido Viejo: túmulo de unas dimensiones de aproximadamente 16 metros, presenta una altura máxima de 130 cm. Presenta cámara megalítica que conserva la cubierta.
Túmulo 1 de Pena do Toxo
Túmulo 2 de Pena do Toxo
Túmulos de Monte Cristo de los Callós: necrópolis formada por siete túmulos.

 

Petroglifos:

En Orol aparecen catalogados trece petroglifos en el lugar de Chao de Sinás y Coto de Xesto en la parroquia de Miñotos.

 

Castros:

Castro de Penagateira, Bravos: castro de forma vagamente circular.
Castro de O Turrillón, Miñotos: de estructura sencilla, circular.
Castro, Sisto
Castro de Santa Apolonia, Goio, Gerdiz: castro circular con terraza. Hay una capilla construida en la parte posterior de la terraza, la capilla de Santa Apolonia del siglo XVI.

 

Romanización:

En Orol se encontraron los siguientes restos que demuestran la presencia romana:
Ara Lares Viais de Casas Vellas (Miñotos). Se encontró en un muro, en un camino real. Dedicada por el hijo de Flavus en cumplimiento de una promesa.
Ara romana encontrada en Gerdiz: dedicada por Seguia, hija de Catulia y esposa de Severino. Actualmente se encuentra en el Museo Provincial de Lugo.

 

Edad Media/Contemporanea:

Entre los siglos IX y XI se crearon las feligresías históricas de Orol, Bravos, Cabanas, Merille, Miñotos y Gerdiz.
En 1392 el caballero Fernán Pérez de Andrade obtuvo autorización para edificar tres iglesias en las montañas del Sor. Durante la mayor parte de la Edad Media, en Orol tuvo especial preponderancia las autoridad religiosa, y sólo en los últimos años tomaría preeminencia el poder de los señores feudales.
El 31 de diciembre de 1840 se constituye el nuevo ayuntamiento, que se denominará "Ayuntamiento Constitucional de Orol", a partir del cual se crea como municipio independiente de Vivero.

Romería de Fátima en Ourol. La parroquia de Santiago de Bravos, en el municipio de Ourol, celebrará la Romería de Fátima a lo largo de varias jornadas del mes de Mayo.


L A  L E Y E N D A :

Goidniu, la cierva do Castrobo y su hijo Oisin

 

Goidniu era el rey de la tribu de  los Lemavi, que se aposentaron en lo que hoy son As Mariñas Occidentales

Si había algo que apasionaba al gran Goidniu era la caza y sus animales, cierto día en que él y sus compañeros regresaban de una cacería en el monte Castrobo ( Castro bueno) , su camino se cruzó con una cierva que todos se apresuraron a perseguir, pronto todos fueron quedando atrás, exceptuando a Goidniu y a sus dos perros, Cred y Cian. Estos canes eran los mejores de toda Gallaecia y Goidniu los quería como si de dos amigos se tratara. El origen de los animales fue muy peculiar, ya que habían sido concebidos por Eithne, tía de Goidniu, transformada en perra por un encantamiento.
Cuando la cacería se dirigía hacia un valle, la cierva se detuvo agotada, cuando los perros se acercaron a ella comenzaron a jugar lamiéndola la cara, ante estos hechos Goidniu ordenó que nadie hiciera daño al animal y ella los siguió en el camino de regreso a casa.
Durante esa noche mientras Goidniu dormía en sus aposentos, fue despertado por un ruido, viendo junto a su cama a la mujer más her­mosa sobre la que había posado nunca la vista, quien comenzó a contarle su historia.
«Oh, Goidniu, soy Saba, la cierva que no quisiste cazar hoy. Mi cuer­po había sido transformado en animal por el druida de la tierra de las hadas, ya que no quise entregarle mi amor permaneciendo durante tres años de esta forma. Pero uno de sus esclavos, apiadándose de mí, me reveló que si podía llegar hasta vuestra fortaleza de Alien volvería a mi forma original, y aunque temía ser destrozada por los perros, o herida por los cazadores, decidí cruzarme con vuestra partida de caza, y por eso sólo me dejé alcanzar por vos, y por Cred y Cian, quienes por su naturaleza medio humana no me harían daño.»
Goidniu quedó conmovido por la historia relatada por la joven, y la permitió permanecer en su tierra por el tiempo que quisiera, pero Saba terminó enamorándose de su salvador Goidniu, que decidió hacer­la su esposa, profesándose un amor tan profundo que no se separa­ron durante varios meses. Pero un día llegó la noticia de que barcos de guerra de los bárbaros del norte estaban en la bahía Nuada (lo que hoy es Covas), por lo que Goidniu reunió a sus hombres y dirigiéndose a ellos y a su es­posa les dijo: «Los hombres de Gallaecia nos dan tributo y hospitalidad para que los defendamos de los invasores, y sería una vergüenza aceptar los pagos sin dar de nuestra parte lo que se pide».
Sólo se ausentó Goidniu durante siete días, hasta que los escandina­vos se alejaron de las costas, al octavo día regresó entre los suyos, pero la tristeza estaba presente entre sus paisanos, su esposa no esta­ba en la muralla esperando su regreso, y ante los ruegos de Goidniu, le contaron lo que había sucedido, cuando su esposa, Saba, espera­ba ansiosa su regreso, apareció el que creyó su esposo junto con sus dos perros, mientras se escuchaba la llamada de caza de los de Ourol. Saba corrió hacia la verja a recibir a su amado esposo, pero el falso Goidniu blandió una varita de avellano y la convirtió de nuevo en una cierva.
Sus perros comenzaron a perseguirla haciéndola huir y aunque los hombres tomaron todas las armas que pudieron y salieron en busca del hechicero no encontraron a nadie, ni al druida ni a Saba.
Goidniu desolado se retiró a su habitación encerrándose allí un día completo, al día siguiente continuó ocupándose de los asuntos de Ourol como siempre, pero la tristeza lo había embargado y durante siete años buscó a Saba por cañadas, bosques y cuevas de toda Gallaecia, acompañado únicamente por sus fieles perros, hasta que perdió toda esperanza y renunció a encontrarla.
Unos años más tarde, mientras practicaba su afición predilecta, la caza en el Castrobo oyó que los perros gruñían, él y sus hombres co­rrieron hacia ellos y encontraron que los canes intentaban acercarse a un niño de largos cabellos rubios, que estaba siendo protegido por sus fieles animales Cred y Cian. Los de Ourol apartaron a los perros y se llevaron con ellos al muchacho que, después de un tiem­po, aprendió a hablar relatándoles su historia.
El muchacho no sabía quiénes podían ser su padre o su madre, ya que había vivido siempre en un profundo valle flanqueado por enor­mes acantilados, siempre al cuidado de una cierva dulce y cariñosa, desde pequeño se alimentaba durante el verano de frutos silvestres y durante el invierno se mantenía con las provisiones que guardaba en su cueva. En ocasiones, aparecía en el valle un hombre de aspecto si­niestro que hablaba con la cierva, profiriendo duras amenazas, pero el animal siempre huía de él.
Cierto día, el hombre llegó y después de discutir con la cierva la tocó con una varita de avellano y la obligó a seguirlo, sin mirar atrás. El pequeño intentó ir tras ellos pero vio aterrado cómo no podía mo­ver su cuerpo, por lo que comenzó a llorar de rabia y pena, hasta que cayó al suelo al perder el sentido.
Cuando recuperó la consciencia intentó encontrar a la cierva, por lo que se aventuró lejos de su conocido valle, llegando hasta la ladera de la montaña del Castrobo ( Castro bueno), en donde los perros lo habían encontrado.
Goidniu, conmovido, creyó reconocer en la cierva a su amada Saba y i el pequeño al que podría ser su hijo, así le llamó Oisin, «pequeño cervo», y lo educó hasta que se convirtió en un gran guerrero, a la vez le dominaba otras artes como la música.


Santiago Lorenzo Sueiro
Presidente de Alianzagalega

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