sábado, 27 de diciembre de 2014

Comarca del DEZA - Leyenda LA NAVIDA Y EL JUDIO ERRANTE












Comarca del DEZA - Leyenda  LA NAVIDA Y EL JUDIO ERRANTE

Está situada en el norte de la provincia de Pontevedra, coincidiendo con el centro geográfico de Galicia. Limita al norte con las comarcas de Arzúa y Tierra de Mellid (provincia A Coruña ); al Sur, con la comarca de Irijo (Ourense); al este, con Chantada (Lugo) y al oeste, con Tabeirós-Tierra de Montes (Pontevedra).
Los límites naturales de la comarca del Deza están perfectamente definidos: al Norte, el río Ulla;  al Este, las sierras del monte Farelo y del Faro; al Sur, con los montes de Testeiro y Pena de Francia y al Oeste, con el monte San Sebastián y la sierra del Candán.
Esta comarca está bañada por los ríos Deza y Arnego. El río Deza, y su afluente Asneiro.
El nombre de la comarca puede venir de: Dhais, hijo de Brigo, el fundador de Galicia, es quien da nombre, y fue atraído a ella por la caza mayor y menor. O quizás el nombre provenga del General romano Decio Junio Bruto, que inició la incorporación de Galicia al Imperio Romano a mediados del siglo II a. C. O puede que venga del sustantivo decius, que significa dueño de tierras.
El territorio cuenta con una oferta gastronómica muy variada. El cerdo, la ternera, y el gallo de corral, el lacón gallego, la caza, los embutidos y salazones, los huevos, el queso, la miel, el vino, las empanadas, dulces y pan, los grelos, y otros productos de la huerta, gozan de un merecido prestigio y están presentes en todas las fiestas y romerías populares.
El sistema fluvial Ulla-Deza junto con otros ríos y el embalse de Portodemouros, lo convierten en un lugar emblemático y una de las  zonas más bellas de la Galicia interior.
Nos encontramos además con otros espacios incluidos en la Red Natura, como los Sobreirais do Arnego, la Serra do Candán y de Careón, el Monte Faro, las Brañas do Xestoso y, otros espacios naturales, como la Fraga de Catasós, la Fervenza do Toxa y distintas áreas recreativas que completan el paisaje de la Comarca.
Abundantes huellas arqueológicas, castros, mámoas  y la riqueza arquitectónica religiosa y popular que con los puentes medievales y construcciones románicas, conforman los Tesoros del Deza
Hay que visitarla, para sentirla.

LA NAVIDAD Y EL JUDIO ERRANTE
Todol-os contos que eu sei,  dixome Xesus ( Parente dos Bendoiro  de A Corredoira de San Xuan do Sisto ),  son moi vellos, tan vellos, que xa o meu abó que mos contaba, dependéraos dun seu tergos que escoitou o seu pai,  e o pai dicía sempre que eran contos moi antigos, de moitos anos atrás.
Todos los cuentos que yo sé, me dijo el Jesus ( Pariente de los de Bendoiro de La Corredoira de San Juan de Sisto ) son muy viejos; tan viejos que ya mi abuelo que me los contaba los había aprendido de uno de los curas amigo de su padre, y el padre decía siempre que eran cuentos muy antiguos, de hacia muchos años.
Y  me dijo cómo hubo un tiempo en que dícese que los animales hablaban. Entonces todo era bienestar y alegría en la tierra, porque al venir a este mundo el Hijo de Dios, fue como si una mano milagrosa tocase todos los corazones para arrancar de ellos la maldad.
La comadreja cascaba nueces y saboreándolas, decíale al compadre araposo:
-Pues ahí ve, señor raposo: yo nunca había comido una nuez, y ahora me parecen excelentes y agradables.
-Yo jamás probé tampoco una manzana, y tiene un zumo que me encanta- Le replicó el raposo.
Un águila llego volando, se posó en el palomar de la era y echó al suelo unos granosa de trigo que traía en el pico; después llamó a los polluelos y les dijo:
-Venid, pobrecillos, y comed este trigo que os traigo; lo he cogido para vosotros al pasar sobre un campo cubierto de espigas.
Estuvo contemplando cómo los polluelos acudían corriendo, abriendo sus alitas, y picoteaban golosos. El águila sonreía satisfecha, batió las alas y voló hacia su nido de las cumbres.
Porque el Hijo de Dios era nacido y venía a predicar humildad y amor. Y las gentes también se hallaban predispuestas para la bondad y se saludaban diciendo:
Paz a los hombres de buena voluntad.
Y todos holgaban y se divertían; porque días de hermandad y felicidad se había anunciado a todos los humanos.
Mas, un viejo muy viejo, que parecía tener cientos de años y se cubría con un manto muy raído y sucio, pasó por la aldea y se puso a mirar cómo la gente cantaba y bailaba. Pero en viejo, viendo aquello, se hecho a llorar.
¿Po qué llora, abuelo?. Le preguntaron.
Y la gente se extrañaba de verle llorar.
Lloro, respondió el anciano, porque veo qué fácilmente os sentís felices y cómo florece tan rápidamente la alegría en vosotros, despreocupádoos por el día de mañana.
¿ Y usted no sabe que fue nacido entre los hombres el Hijo de Dios ?.
Sí, lo sé. ¡Hace muchísimo tiempo que lo anunciaron los profetas!
Pues, ¿entonces?
Sin embargo, el mundo no puede dejar de ser como es – replico el viejo – y el sol ha de salir todos los días por encima de los montes y se sumergirá como siempre en las lejanías del mar; y lloverá como de costumbre; y el lobo, que fue creado para alimentarse de carne, no ha de comer tojos; ni el hombre padrá olvidarse de encender el fuego del hogar, ni dejará tampoco de morir algún dia……….
Pero, eso …..  con tal de vivir alegres y dichosos …….
¡ Todo es ilusión fugitiva! – sentenció el andrajoso caminante – Habréis de volver en seguida a vuestros trabajos y querellas de siempre, a las disputas acostumbradas entre unos y otros.
¡ Si siguieras tu camino y no vinieras a importunarnos con yus augurios estúpidos cuando estamos de fiesta! – alguien le gritó, malhumorado.
¡ Vete de ahí, sarnoso! – Le escupió otro con coraje, olvidando el respecto que le debía por su ancianidad.
¡Echadlo a palos!. – Bramó un tercero.
Y otro, más atrevido, le tiró una piedra riéndose y exclamó :
¡ Basta con esta !
La piedra le dio en el blanco: una mancha de sangre tiñó el rostro del viejo, que, volviéndose hacia ellos, exclamó dolorido, pero sin cólera.
¿ Veis cómo la maldad no se aparta fácilmente del corazón de los hombres ?.
Y siguió su camino renqueando.
¿Quién será este hombre? – preguntábanse entonces las gentes, cavilando en los decires del viejo.
Y el de más edad, que tenía también, por consiguiente, muchos años sobre sus costillas, después de pensar un poco en sus recuerdos, dijo:
Ese viejo no puede ser otro que el Judío Errante.
¡Judío había de ser para venir a hablarnos hoy de la manera que lo hizo! – gritó una mujer. Pero todos los demás callaron.
El viejo Xesus que me contó esta leyenda, que a su vez la había oído contar muchas veces a su abuelo, después de terminar su relato, añadió:
Agora as xentes rinse destas cousas. Eu non digo que forano u non foran certas; tampoco penso se aquel velliño do conto sería o xudío errante de que falan tantas historias; mas, que era home sabido e asisado o non poño en dubita. A vida dos humanos d´entón pr´acá deulle a razón.
Ahora las gentes se ríen de estas cosas. Yo no digo que fueran o no ciertas; tampoco pienso si aquel viejecito del cuento seria el judío errante del cual hablan tantas historias; pero, que era hombre de buen juicio y sabio no lo pongo en duda. La vida de los humanos de entonces para aquí le dio la razón.



domingo, 21 de diciembre de 2014

Vivero y la leyenda del Obispo Santo y los Normandos













Vivero y la leyenda del Obispo Santo y los Normandos
Vivero.- El topónimo Vivero procede de las lenguas célticas, siendo una composición de las palabras Bi (montaña) y Ber (empinada), teoría que se refuerza al estar la localidad en la falda de montañas empinadas. Asimismo, en escritos antiguos, se escribía con frecuencia Vivero mediante las variaciones, Bibero, Bivero y Vibero.
El eje central del municipio de Vivero es una falla terciaria que tiene origen en la Terra Chá con dirección sursuroeste - nornoroeste y orienta de este modo el valle del Landro y la Ría de Vivero.
Se cree que esta ciudad fue la antigua Flavia Lambris, pero no existen documentos que lo atestigüen claramente. Existió una ciudad romana en este enclave, pues se han encontrado vestigios de aquel pueblo y una calzada que llega hasta una de las puertas de la muralla. Existe la leyenda de que hubo antiguamente en este lugar una ciudad llamada Estabañón, en la actual parroquia de Faro, que fue devorada por una terrible marea. ( Leyenda que trataré en otra ocasión).
Hacia el año 844, la población de Vivero sufre diversos ataques por parte de vikingos, al menos en tres ocasiones. Sobre estos hechos, también se relata la leyenda del Obispo de Mondoñedo, San Gonzalo, del que se dice que logró hundir las naves vikingas y a su tripulación apelando a la intervención divina. ( leyenda que nos ocupa ).
Durante la segunda mitad del siglo XV, Vivero fue escenario de la guerra civil existente entre nobleza y vasallos, conocida como Guerra Irmandiña. Dentro de estas revueltas, destacó la figura de Pardo de Cela.
En la Edad Media tuvo un recinto amurallado del que todavía se conserva buena parte así como alguna de sus puertas. Es una ciudad señorial, con calles pavimentadas con grandes losas. Hay también placitas recónditas, como la de Fontenova o la de Los cuatro linajes, además de la gran plaza Mayor también llamada de Pastor Díaz. Muchas de las casas son nobles, de piedra de granito y ostentan un escudo en la fachada. Otras son populares pero con el encanto de lo tradicional. Hay además toda una fachada de casas con galerías acristaladas y maderas pintadas de blanco.
Castro de Condomiás y Chao de Garita, en la parroquia de Boimente.
Castro de Pousadoiro, en la parroquia de San Pedro.
Castro da Croa, en la parroquia de Landrove.
Castro de Casós, en el lugar de Fontecova, Vivero.
Castro de Sobreviva, en la parroquia de Galdo.
Castro de Cillero, en Cillero.
Castro de Faro, en la parroquia de Faro.
La ciudad de Vivero estuvo circundada por altas y anchas murallas y torreones. Este recinto amurallado llegó a tener hasta seis puertas y cuatro portillos, que eran la puerta de entrada a las tres principales vías de comunicación. Las puertas eran:
La Puerta del Castillo del Puente (situado al inicio de la Calle María Sarmiento)
La Puerta del Vallado (situada al inicio de la Calle María de las Alas Pumariño)
La Puerta de San Antonio (situada al inicio de la calle Margarita Pardo de Cela)
La Puerta de Santa Ana (situada al inicio de la actual Calle Pastor Díaz)
La Puerta de Las Angustias (situada en la Calle Hermanos Vilar Ponte)
La Puerta del Santo Cristo (situada en la Avenida de Lourdes).
Iglesia de Santiago
 Su portada principal se abría hacia el cantón de abajo de la plaza, mientras que sus tres ábsides miraban hacia el cantón de arriba. El edificio fue demolido en el año 1840.
Iglesia y convento de Santo Domingo
Iglesia de Santa María del Campo.-El edificio religioso más antiguo de la ciudad.Esta parroquia posee magníficos ornamentos y orfebrería, entre la que cabe destacar la gran cruz procesional, que data del Siglo XVI, una de las más hermosas de Galicia.
Iglesia y convento de San Francisco.
Monasterio de la Concepción
Capilla de la Misericordia.
El Monasterio de Nuestra Señora de Valdeflores.
Iglesia de San Pedro
Puente de la Misericordia
Se comenzó la construcción de este puente en el siglo XV, durante el reinado de Enrique IV de Castilla y se concluyó un siglo más tarde.
Casa de los Leones.- Se sitúa en el centro del casco viejo. Se trata de un antiguo pazo del siglo XVII,
Plaza Mayor.- La estatua es de hierro recubierta con una capa de bronce midiendo 2,80 metros. Fue moldeada por el escultor catalán José Campeny Santamaría y fundida en los talleres de Alejandro Wolgüemoutch, de Barcelona.

LEYENDA :
El Obispo Santo y los Normandos

Esta leyenda la recogí en unos escritos del padre Isla que a su vez los había recogido de fray Prudencio de Sandoval, y debió tratarse de la flota del moro Abdelhamuyt, cuya derrota por aquellas épocas consta en las crónicas. Pero según el cronicón de Sebastián de Salamanca, se trataría más bien de una expedición de piratas normandos.
Allá por los años 900 poco más o menos, llegaron a las costas del norte de Galicia gran cantidad de naves que venían de tierras nórdicas. Por otras veces en que los normandos desembarcaran en playas y puertos, se sabía cómo eran fuertes y audaces aquellos hombres y también crueles y rapiñadores; por lo que las gentes al enterarse, empezaron a huir, llevando consigo todo lo que podían.
Muy pronto se supo en Vivero de estas embarcaciones que se acercaban para robar y saquear, matando sin duelo a quien quisiera impedírselo; y, en Vivero, hombres, mujeres, niños y ancianos se echaron a huir de aquel peligro.
Algunos que escaparon a caballo llegaron a Mondoñedo y fueron a decírselo al obispo el peligro eminente, para que dispusiera sus hombres de armas y lanzase un pregón a fin de que se armaran cuantos pudieran oponerse a aquellos piratas.
Pero el obispo D. Gonzalo ( aún no era santo ), ya viejo, que jamás había sido amigo de empuñar la espada como otros que igual predicaban que vestían los arreos militares en plan guerra, reunió al cabildo, mandó llamar a los feligreses y predicó:
Hermanos míos. Me dicen que aquellos temibles normandos vienen de nuevo sobre nuestras tierras. Ellos son fuertes y nosotros débiles; ellos tienen armas y nosotros sólo disponemos de haces y azadones para el trabajo. ¡Que Dios se apiade de nosotros!. Pidámosle que Él nos ayude y, rogándole humildemente, vayamos todos juntos hacia el mar por donde vienen las naves enemigas. Nuestra fe es lo único que puede salvarnos.
Pidió seguidamente que le dieran una cruz y, con ella al hombro, inició el camino lentamente, cantando la letania.
Todos le siguieron, acompañándole en el caminar y en los rezos. Y así fueron hasta una elevación desde la cual se divisaba el mar y, en la lejanía, el grupo de navíos que cabeceaban sobre las grandes olas que levantaba el fuerte viento que había .
Las  gentes, atemorizadas, decían:
¡Védelos acolá veñen!
(¡Vedlos, allá vienen! )
¿Son moitos?- Preguntó el obispo, que, por su edad, no veía bien.
¿Son muchos?-
-Tantos eles son que se non poden contare – le respondieron.
-Tantos son, que no se pueden contar –
¡Deus axudará a seus fillos! Exclamó el obispo; arrodillándose, oró ante la cruz.
¡Dios ayudará a sus hijos!
Todos le imitaron; y algunos lloraban emocionados y temerosos.
Cuando después del rezo se levantaron, vieron cómo, recrudeciéndose la tormenta, algunos de los barcos se hundían entre las alborotadas aguas.
Prosiguieron su camino hacia el mar, y siempre que pasaban sobre alguna colina desde donde podían ver las agitadas aguas, volvían a detenerse breves momentos, a hacer nuevas invocaciones a los Cielos…y a ver con alegría cómo las embarcaciones normandas poco a poco iban hundiéndose, sumergidas en los salados abismos.
Llegaron por fin a la cumbre de un monte, ya próximo a la ribera del mar.
¿Cántos navíos vesen? – preguntó el obispo.
¿Cuántos navíos se ven?
Sômente tres  - respondiéronle con alegría.
Solamente tres
¡Deus noso Señor amerceouse de nós!
¡Dios nuestro Señor se apiadó de nosotros! Clamó don Gonzalo. E hincó sus rodillas en el suelo, imitándole todos cuantos le acompañaban.
¡Pidámoslle a Deus que Él nos permita sernos libres e poidamos levar por toda Galiza toda esta ditosa nova!
Pidámosle a Dios que Él nos permita ser libres y podamos llevar por toda Galicia esta dichosa noticia.
Y, al ponerse en pié por última vez, ningún navío flotaba ya en la superficie del mar, que iba amainando en su furiosa marejada de poco antes.
Y las crónicas siguen diciendo que en este último monte se edificó una ermita, conocida por la << del Obispo Santo>>, que es muy milagrosa.