sábado, 26 de julio de 2014

Julio en Santiago y el crimen de LA BALCONADA














De Santiago de Compostela no puedo decir nada que no sea ya muy conocido, y como es la fiesta del Apostol patrón de las Españas, solo me queda hablar de algunos de los topónimos de Compostela.
Compostela es uno de los topónimos más discutidos porque la posibilidad de relacionarlo con el sepulcro del Apóstol Santiago,  descubierto supuestamente en el siglo IX por Teodomiro, hace emotivos los razonamientos.
El lugar debió de estar habitado en época prerromana como demuestra el topónimo precéltico Sar, "corriente de agua", la existencia de una mámoa,  porta da mámoa, y dos topónimos célticos, Callobre, primitivo nombre del Castro, y Troia de Turobriga, "ciudad fuerte". Y de los primeros tiempos de la romanización pueden ser algunas inscripciones funerarias y muchos sepulcros que se colocaban al lado de los caminos.
Este lugar tuvo tres nombres: Libredón, que para algunos sería céltico, "castro del camino", y para otros deriva de liberum donum, "libre concesión (de un terreno)"; entre los siglos IX y XI se le llama Arcis Marmoricis, que presenta el topónimo Arca, casi siempre indicador de sepulcro en mámoa. Pero en el siglo X los documentos empiezan a hablar de un suburbio Compostella, es decir, una parte de la villa que se llama así y que algunos sitúan en la actual zona de la Rúa do Franco. Desde el XI el nombre de la zona se extiende a toda la villa.
Desde siempre hubo interpretaciones de este topónimo. Popular fue el de campus stellae, "campo de la estrella", estrella que milagrosamente indica a Teodomiro el lugar. El Cronicón Iriense (XI-XII) lo deriva de compositum tellus, "tierra compuesta o hermosa". En el XII la crónica de Sampiro dice Compostella, id est bene composita. En el Códice Calixtino (XII) se cuenta la historia de una mujer llamada Compostella presuntamente vinculada a la prédica del Apóstol. Pero siempre fue más aceptada la interpretación de "villita (-ella) bien hecha", como quizás la dejaría la reconstrucción y fortificación del XI tras la destrucción de Almanzor en el 997.

La Leyenda:

Aquella semana que pasó el rey Pedro I en Compostela mientras se ultimaban los preparativos para trasladarse a Bayonne, en busca del apoyo inglés para su causa no se limitó a otorgar títulos, también indujo a la comisión de un horrible crimen que, años más tarde, sería transformado en leyenda, como suele suceder.
Regía en este tiempo, la sede catedralicia de Santiago, el arzobispo Suero Gómez, que con sus 30 años de edad fue uno de los prelados más jóvenes que la hayan gobernado. Cuando el rey llegó a las puertas de la ciudad, D. Suero Gómez salió a recibirlo con doscientos hombres a caballo, retirándose, al acabar, a su residencia en el castillo da Rocha Forte, mientras que el rey se alojaba en San Martiño Pinario. Allí celebró consejo con Fernando de Castro, Suero Yáñez de Parada, Mateo Fernández y Juan Dente, para tratar la manera de frenar a los afines a la causa de Enrique en Galicia, entre los que se encontraba Suero Gómez. Algunos hablaban de encarcelarlo, pero la mayoría prefería la opción de eliminarlo, decisión que finalmente fue adoptada, encargando tal tarea a Fernan Pérez Churruchao y Alonso Gómez Gallinato. Y para perpetrar tal acto citaron al arzobispo el día 25 del mes, que acudió acompañado del deán de la catedral Pedro Álvarez.
La elección de estos dos personajes no está muy clara, junto con su amistad por el monarca había un sentimiento de venganza en la familia Deza-Churruchao, a la que ambos pertenecían, contra las cabezas eclesiásticas que gobernaban la ciudad, que se remontaba a 1317, año en el que otro asesinato había conmocionado la ciudad prisciliana cuando la enemistad entre el pueblo y Alonso Suárez de Deza y el nuevo arzobispo Berenguel de Landoira se saldó con el asesinato del primero entre las murallas del castillo de la Rocha Forte.
En aquellos tiempos no existía la plaza del Obradoiro, sino que delante de la catedral se erguían un montón de chabolas con huertos que solían dar posada a los peregrinos que de toda Europa llegaban; en una de ellas se escondieron los dos sicarios y, en cuanto cruzó el prelado, lo acuchillaron sin piedad hasta la muerte, mientras el rey Pedro observaba, impasible, los hechos, desde las torres de la catedral. El deán, perseguido por Gómez Gallinato, logró esconderse en la catedral, pero fue acuchillado delante del altar mayor. Aunque los dos asesinos fueron excomulgados, aprovecharon para huir hacia Ponte Ucha entre el clamor popular mientras se daba sepultura al arzobispo en el Claustro Novo.
Sea como fuere, esta negra historia conocida en la ciudad compostelana, acabó derivando en leyendas sobre el crimen de la Balconada, que tras haber sucedido fue limpiada con sal y cerrada, aunque tal calle jamás existió. Se contó que en una ocasión un noble había solicitado audiencia ante el rey reclamando justicia contra un obispo enamorado de su hermana que mantenía cautivo al padre de los dos hermanos; la respuesta del rey fue clara: “mátalo allí donde lo encuentres”. El día de Santiago lo encontró en la calle de la Balconada y allí lo mató. Toda Compostela quedó conmocionada con el crimen, cerrando casas e iglesias, teniendo que desplazarse los feligreses al vecino pueblo de Conxo para escuchar misa, derivando de esta leyenda el dicho “Vaiche na misa de Conxo” para referirse a una pérdida de tiempo, tal y como lo tenían que perder aquellos que entre ir y volver andando hasta allí les pasaba el día.
Dando lugar a las tonadillas:
“Adeus rúa Nova fermosa, na rúa da Balconada mataron a un arcebispo e foi por una madama”.
“Preto da rúa do Villar, na rúa da Balconada, mataron al arcebispo, por celos de una madama

sábado, 19 de julio de 2014

Puentedeume ( Pontedeume) y El castillo de Andrade ( El castillo del hambre )












Pontedeume es un pueblo costero situado en las Rías Altas de Galicia. Su principal atractivo reside en la perfecta conjunción de río, mar y montaña. Situado en la desembocadura del río Eume y en la ladera del monte Breamo, es una de las villas gallegas con más atractivo de cara al turismo.
Surge concretamente en 1270, fundada como villa por el rey Alfonso X, quien le concedió fueros y privilegios confirmados por Fernando IV de León y Castilla y Alfonso XI. Entre los privilegios destacan que tenía permiso para realizar un mercado mensual y el Fuero de Benavente (que le otorgaba poder judicial independiente).
En 1371, Enrique II concede a Fernán Pérez de Andrade III la jurisdicción de Pontedeume y El Ferrol, como pago a los servicios prestados en la  guerra civil que enfrento con su hermano Pedro I. Titular del coto de Andrade, constructor del castillo en la peña Leboreira
De pasado medieval, se percibe en sus calles la huella de los Condes de Andrade, la cual todavía perdura con el paso de los siglos. Como su nombre indica, la seña de identidad por excelencia de Pontedeume es su puente de piedra sobre el río Eume, que aunque no es el original construido en la época de Los Andrade, mantiene la esencia de lo que fue un paso estratégico en todas las épocas.
Pontedeume reúne una serie de reclamos para el turista que lo hacen imprescindible en cualquier visita a Galicia. El turista podrá ver el casco antiguo de la villa, donde se encuentran el Torreón de Los Andrade, la Iglesia de Santiago, los restos de la antigua muralla, la Iglesia de Las Virtudes, así como las Fragas del Eume (con su Monasterio de Caaveiro), el Castillo de Andrade, la Capilla de San Miguel de Breamo, y otros muchos lugares.


La Leyenda:

El castillo del hambre

Al pasar por delante de este castillo, todavía hay campesinos en el lugar que se santiguan diciendo: "Que Deus teña na gloria os que morreron no castelo da fame". Una plegaria respetuosa que obedece a la romántica y cruel historia legendaria, transmitida de padres a hijos, de un calabozo secreto que se dice existió en esta fortaleza y en el que dos jóvenes amantes fueron enterrados en vida.
Fue a finales del año 1389, cuando este castillo estaba al cuidado de un alcaide presuntuoso y enamoradizo, llamado Pedro López.
Le había echado el ojo a la joven Elvira, doncella de la Señora de Andrade, pero ella no correspondía a sus atenciones pues tenía amores con Mauro, el paje favorito del Señor por tratarse de su hijo bastardo. Circunstancias, ser el preferido de Elvira y del propio Conde, fueron poco a poco avivando las llamas del profundo odio que Pero López llegó a profesar al joven Mauro.
Una tarde, bajó a la Villa a arreglar unos asuntos y vio a Mauro y a Elvira cuchicheando. Se burlaban del amor que la joven había inspirado al viejo alcaide y, a carcajadas, le miraban con desdén. Pedro López, estremecido de rabia y de celos, les juró odio eterno
Ayudado por Zaid, un esclavo negro que le obedecía ciegamente y era mudo, narcotizó y secuestró a los jóvenes amantes, trasladando sus cuerpos desmayados a un subterráneo escondido en la torre del castillo.
Se abría, manejando un resorte hábilmente ocultado, dando paso a una celda maloliente y repugnante. Frente a frente, contra dos de los muros del lugar, depositó los cuerpos de los amantes, ambos sujetos con cadenas y atormentados con mordazas de madera.
El Señor de Andrade en vano intentaba dar con el paradero de su querido paje y de la doncella de su mujer, pero con el paso de los días fue haciendo caso a las habladurías del pueblo y creyendo que habían huido juntos.
Una mañana ya de verano llevaron a Pero López malherido. Había tenido una pelea con un escudero a causa de cierta hazaña que hiciera la moza de éste. Y cuando el Conde fue a verle a su lecho de muerte, escuchó del alcaide la confesión de su espantoso crimen, cuyos remordimientos le aterrorizaban en esa hora fatal de su vida: "Señor, os pido perdón. Fui yo quien, por envidia y genio, enojado por el desprecio de Elvira, encerré en el subterráneo de la torre a ella y a vuestro paje Mauro... Mi intención no era acabar con sus vidas, sino vengar mi corazón roto causando un profundo sufrimiento a los amantes. El esclavo negro les llevaba de comer, hasta que un día Mauro logró librarse de las cadenas y le atizó con el hierro dejándole malherido. Pero mientas el rapaz acudía a liberar a Elvira, el fiel Zaib se arrastró hasta llegar a la poterna y, aunque cayó muerto a la entrada del calabozo, tuvo tiempo de cerrar el muro impidiendo la salida de los jóvenes. Al cabo de las horas, cuando lo eche de menos, baje al subterráneo y encontré al negro muerto, con la cabeza destrozada y ensangrentada... ¡Cogí miedo, Señor!, comprendí lo que había sucedido y no me atreví a descorrer el muro nunca más, ¡y los infelices murieron de hambre!..."
Ante tan espantoso relato, el Señor de Andrade enterró su daga en el pecho del asesino, arrancándole la poca vida que le restaba. Luego corrió al subterráneo del castillo, vertiendo lágrimas de desesperación y allí descubrió los cuerpos de los dos amantes, que se encontraban juntos en un abrazo de eterna despedida.
Después que les hizo un entierro casi regio en la Villa, el Conde se encerró en su castillo y pasó llorando los días que le quedaron de vida, a aquel hijo querido, muerto tan joven y de un modo tan horroroso.


sábado, 12 de julio de 2014

As Catedrais O a Praia de Augas Santas, (LA LEYENDA DE LA MEIGA Y LA MUERTE)














 As Catedrais : Es el nombre turístico de la  Praia de Augas Santas, situada en el municipio de Ribadeo. Es interesante ver la playa con la marea alta recorriendo la parte superior de los acantilados en dirección oeste-este hacia la playa de Esteiro y verla con marea baja sobre la arena de la playa para poder apreciar la magnitud de los acantilados y la evolución de las distintas furnas o cuevas marinas en su formación desde pequeñas grietas hasta cuevas en las que acaba colapsando el techo por la acción erosiva del oleaje y el agua del mar.

Durante la marea baja puede accederse a un largo arenal delimitado por una pared rocosa de pizarra y esquisito erosionada en formas caprichosas: arcos de más de treinta metros de altura que recuerdan a arbotantes de una catedral,  grutas de decenas de metros, pasillos de arena entre bloques de roca y otras curiosidades. Con las "mareas vivas" en las que las mareas bajan más y suben más que las mareas normales incluso se puede acceder a las playas vecinas por la arena, aunque eso sí se debe tener precaución y volver antes de que comience a subir la marea ya que el nivel del mar sube rápidamente puesto que se trata de un tramo de costa prácticamente horizontal perteneciente a la Rasa Cantábrica. La playa tiene este relieve debido al efecto de la erosión del viento y del agua salada.

La Leyenda :

LA FLOR DEL AGUA DEL SOLSTICIO DE VERANO (LA LEYENDA DE LA MEIGA Y LA MUERTE)


Hace muchos años, una enfermedad asoló todas las orillas de mis dos mares y nadie podía detenerla. Morían las personas a cientos y ninguna meiga podía  frenar su avance.
La meiga más sabia y guapa de la comarca vivía en un viejo molino, en un lugar perdido en medio de una de las fragas mas frondosas de la montaña más inaccesible y hasta allí acudió una joven madre guiada por su desesperación, con su bebe de pocos meses infectado por la enfermedad.
Cuando llegó a la vieja construcción de piedra la puerta estaba abierta. Dentro la meiga parecía estar aguardándola y recogió en sus brazos al niño que ella le entregó sin mediar palabra y de una esquina un saco lleno de arenilla de piedra lumbre.
Bajaron juntas el camino hacia la playa. La meiga le indicó a la madre que recogiera las cosas que ella iría reclamando a lo largo del trayecto.
A un guerrero le pidió que cortara con su espada una rama pequeña de roble y se la entregara. A otro, una antorcha prendida.
Seguida siempre por la mujer y con el bebe en brazos la meiga alcanzo el arenal.
Construyo un círculo con piedras y cubrirlas con la piedra lumbre.
En medio del círculo la meiga, sostenía con una mano al niño que agonizaba apretado contra su pecho y en la otra la rama de roble. Con la mirada atenta vigilaba el camino del Norte. Sabía que por ese camino tenía que llegar la muerte para llevarse al niño.
La meiga arrimó la antorcha al punto del Sur. La piedra prendió y un círculo de fuego la rodeo a ella y al pequeño que apenas respiraba.
Sin dejar de mirar hacia el  Norte, levanto la rama de roble y apunto con ella hacia el lugar por donde esperaba ver aparecer a la muerte
La muerte acudió en busca de su presa a los pocos minutos.
Reclamó a la meiga que se lo entregara. La meiga la miro, sonrío y se negó, Sabia que si pasaba la hora, si el plazo de entrega vencía.
Dicen que la muerte no puede atravesar el fuego de un círculo y que la rama de roble usada como arma defensiva paraliza su fuerza.
Enzarzadas ambas en un desafío de palabras, amenazas y retos,
De pronto, la muerte interrumpió su tono agresivo, bajo la voz y casi susurrando pregunto:
¿Por qué eres tan hermosa?
La meiga no tardó en responder
“Porque en cada amanecer del solsticio de verano voy a la fuente para mojar mi rostro con la flor del agua- y casi sin pausa añadió- Puedo enseñarte cómo hacerlo”
“Podríamos hacer un trato. No me está permitido, pero si tú te detienes. Si  hasta el día del solsticio descansas y no te llevas a nadie en ese tiempo, te enseñare como debes recoger la flor de agua para ser hermosa”
Desde siempre la muerte ha querido se amada, deseada, respetada y aceptada como la druida. Y hermosa como ella.
Y acepto.
Y determinaron el lugar donde se encontrarían un poco antes de amanecer del día del solsticio de verano.
La enfermedad desapareció. Durante el tiempo convenido nadie más enfermó ni murió.
Y el día del solsticio la meiga acudió a su cita como había prometido.
Descubrió que la muerte se había adelantado y paseaba de un lado a otro frente a la fuente.
Al llegar a su altura la inquietud se volvió impaciencia. Antes de que pudiera preguntar nada la meiga se arrimo a la pileta de la fuente.
“La Flor del agua es –explico mientras levantaba la vista vigilando el cielo- el primer rayo de sol que se refleja en el agua. Has de ser muy rápida. Cuando nace, tienes que recogerla entre las manos y la levantarla sin dudar hacia tu cara.
Las dos se colocaron una junto a la otra apenas separadas por unos centímetros.
El sol apunto en el horizonte y sus primeros rayos alcanzaron la superficie del estanque y se reflejaron en el cómo en un espejo maravilloso.
La meiga sostuvo entre las palmas de sus manos la flor del agua y la levanto rociándose la cara con ella. Su rostro se iluminó intensamente y la piel adquiría la textura y la suavidad de una concha de nácar.
La muerte a su lado intentaba una y otra vez hacer lo mismo, pero fue imposible. Por más que lo intentó, no pudo recoger la luz entre sus oscuras manos.
La muerte no pudo apresar la flor del agua, porque la flor del agua es luz y la muerte es sombras y oscuridad.
No tenía nada que reclamar. La meiga  había cumplido su parte del trato.