Monasterio de Samos :
En la etapa 25 del camino de
Santiago.
Lo que
algunos denominan el Escorial Gallego, aunque de hablar con propiedad, El Escorial tenía que llamarse el Samos madrileño: el origen de nuestro monasterio se
remonta al siglo VI, casi un milenio antes de la aparición del cenobio de San
Lorenzo.
El
Monasterio de Samos fue fundado, segundo
dice la tradición, por Martiño de Dumio
, apóstol de los suevos. Samos
disfrutó de gran importancia durante la Edad Media, lo que se refleja en que
poseía doscientos pueblos y quinientos
lugares y mezcla en su arquitectura estilos artísticos de casi todas las
estapas: románico, gótico, racionalista,
renacentista, barroco… fruto de las ampliaciones y mejoras que ha sufrido a
lo largo de los siglos. A pesar de la aparente austeridad exterior, su
inmensidad y su belleza interior nos recomiendan una visita pausada.
Fuente de
las Nereidas en el Claustro Vello.
Samos tiene
un claustro conocido como Claustro de las Nereidas. Construido allá por
el siglo XVI saliendo del imaginario del monfortino Pedro Rodriguez. El centro está ocupado por una fuente barroca de comienzos del XVIII a
la que le debe el nombre: cuatro seres mitológicos con cuerpo de lamprea y
cabeza de mujer.
El otro mas
grande fue construido entre 1685 y 1689 y tiene nada más y nada menos que 3.000 m² (54 m de lado), lo que lo hace el más grande de España.
Se conoce como “del padre Feijoo”,
por tomar este el hábito en este monasterio en 1690, y por estar presidido por
una gran estatua suya, obra de Franciscon
Asorey La pieza está hecha con tres tipos diferentes de granito, y es en
los días de lluvia cuando luce en todo
su esplendor.
Leyenda:
En el claustro de las
Nereidas.
La fuente esta compuesta de cuatro
sirenas con cuerpo de lamprea ( Son
una clase de agnatos o peces sin mandíbulas. Son muy
primitivos, semejantes externamente a las anguilas, aunque no emparentados con
ellas, y con cuerpo gelatinoso, cilíndrico, sin escamas) y torso de mujeres, con unos pechos muy voluminosos.
Dicen que la
autoridad del monasterio juzgó inapropiadas aquellas cuatro figuras en un lugar
a la vista de los ojos propios y extraños. Si
la conoces sabrás el porqué: los grandes pechos de las cuatro nereidas.
Ordenaron, por tanto, desmontarla y retirarla. Con todo, cuando ya se disponían
a transportar las piezas, estas
aumentaron de peso de tal manera que los operarios no fueron capaces de
moverlas. Para desgracia de las autoridades, no quedó más remedio que volver
a reconstruir la fuente y allí hoy sigue.
Curiosidades:
Los canteros
tenían por costumbre dejar algo como su firma :
Los que lo
hicieron dejaron en uno de sus arcos, una inscripción se anticipa a la cara que
se nos puede poner al ver tanta belleza: “¿Qué miras, bobo?“. Solo por encontrarla,
Samos merece una visita obligada.
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