G U I T I R I Z
La
historia de Guitiriz
está muy influenciada por diferentes
culturas que han pasado por nuestro
pueblo.
A pesar de que
los primeros pobladores de origen celta y los romanos sabían acerca de las
propiedades terapéuticas de las fuentes termales, sólo con la llegada de los suevos
tras el hundimiento del Imperio romano la localidad empezó a cobrar notoriedad.
El nombre "Guitiriz" procede
de "Witirici", en latín el genitivo de Witiricus, que significa
"el lugar de Witiricus" (en referencia a Witiricus, un señor
de la guerra Suevo).
Hay
varios lugares que ofrecen la
prueba de los suevos estuviera
aquí, como Mariz, Buriz, ... Amariz. Terminación
"iz" es
característico de esta ciudad.
Los
suevos no eran los únicos que han estado en estas tierras, pero fueron varias las poblaciones que
han dejado su marca en Guitiriz.
Por
lo tanto, tenemos ejemplos en
Guitiriz Cultura Epipaleolítico como el "Sitio Pena Xiboi" el año 5000
y 8000 A.C.
En
Guitiriz son también
rastros de "Megalítico Cultura" como momias,
Modi o medorras
entre los más significativos son:
medorras de "Las Rocas del Puertas Gallas"
en el Buriz Puertas
Gallas, "la medorras Galiñeiro" en Serra da Loba
en Labrada, "medorras
a Tolda" en
Parga y un largo
etc ...... Algunos,
mantenidos en condiciones aceptables
y el otro que sólo hay evidencia de los nombre
gracias a viejo.
La
cultura celta ha dejado
una fuerte huella en nuestro pueblo, tenemos tantos Castros repartidos por la zona. La mayoría son en la parte superior de una colina, que ocupa una posición dominante en el territorio. Tienen una circular u
oval, y en muchos casos tienen
antecastros con función
defensiva y refugio para animales.
Sin
embargo, la presencia más
significativa y tenemos más ejemplos de los Romanos es, ya que estas tierras estaban
cruzando sitio de la calzada
romana que unía Lucus Augusti con Brigantia,
por algunos autores, que se encuentra aquí
Caranicum de los antiguos romanos.
En
la Edad Media venir influencias monásticas, conseguir las diferentes tierras
de los monasterios Guitiriz
presentó Monfero Sobrado
y por lo tanto las tierras Mariz, Negradas, San
Breixo y Sta
Leocadia pertenecen al "Monasterio de Sobrado"
y aterriza Labrada
y Buriz Vilares
el "Monasterio de Monfero".
En
1834, cuando se crearon los condados, éste fue llamado Trasparga y tenía su asiento al
lado de la actual N-VI; fue trasladado a Puebla
de Parga por razones de seguridad
y más tarde regresó a la ubicación original. Ahora totalmente S.XX, se
sitúa en el puesto: Guitiriz.
En el siglo XIV
la totalidad de la comarca Tierra Llana, incluyendo Guitiriz y su capital, Villalba,
pasaron a ser parte de los dominios de Fernán Pérez de Andrade, en cuya familia
pasarían a ser los primeros Condes de Villalba durante el reinado de los Reyes
Católicos.
LA LEYENDA :
EL PUENTE DÁ
A finales del sigo XIII nació en el castillo de Támoga
una hermosísima doncella que se llamó Doña Leonor de Montenegro, condesa de
Támoga y Montenegro, que se casó con el
valeroso caballero Don Gutierre Pardo de Gayoso, hijo de Don Alonso Pardo de Gayoso, señor de
Caldaloba, Narla y Guitiriz, en donde la dejó en compañía de su padre, al
partir para la guerra contra los sarracenos.
Durante su ausencia, un paje de Don Gutierre, llamado Nuño Pares,
se enamoró perdidamente de su señora y se atrevió a declararle su pasión. Negóse Doña Leonor a tan atrevida
pretensión y rechazó indignada las insensatas aspiraciones del paje; pero
aquella negativa y, más todavía, el
desprecio y dureza con que Doña Leonor le había tratado indujeron a Nuño para tramar una cruel venganza que
fue ideando y madurando hasta que su amo Don
Gutierre volvió de la guerra.
Entonces con toda la
vileza de su odio, y temiendo que Don Gutierre pudiera enterarse de su
pretensión hacia la persona de su esposa, se apresuró a
decirle que había sorprendido a Doña Leonor y a Don Alonso, padre de Gutierre,
en amores culpables.
Don Gutierre sentía un
gran amor a su esposa, la adoraba; pero apreciaba mucho a su paje: la fidelidad
que le demostraba informándole de aquel terrible acontecimiento, que creyó
cierto, hizo que le estimase más; y, loco de ira, juró vengarse de los dos
culpables de su deshonra.
Don
Gutierre, irreflexivamente, impulsado por los celos y la cólera, dio orden al
paje de que degollara a su esposa en la torre del homenaje del castillo, se asomara después junto a una de
las almenas y le enseñase la cabeza, pues él andaría con su padre paseando por
las afueras, en las proximidades del rio.
Al caer de la tarde del
dia siguiente, cuando la nieve coronaba las cumbres de los montes cercanos a
Guitiriz, se encontraba Don Gutierre
paseando con su anciano padre cerca del rio Vello. Oyóse en la llanura el
siniestro toque de una trompeta del castillo; padre e hijo volvieron la vista
hacia la fortaleza y vieron la cabeza de Doña Leonor, que, por los cabellos,
colgaba de la mano del paje Nuño, que la mostraba desde los adarves de la
torre.
-¿ Que es lo que sucede
en el castillo, hijo?-
Preguntó Don Alonso, aterrorizado.
-Señor, lo que ha
sucedido- le
respondió Don Gutierre- es la cosa más vil y más repugnante del
mundo: es el padre cruel que destrozó el corazón de su hijo, pues ha seducido a
laa esposa de este durante su ausencia. Hay una mujer lujuriosa que se ha
burlado de su esposo….
-Pero, ¡Dios me valga! ¡No te
entiendo!- gritó dolorosamente asombrado Don Alonso.
- Y hay esta daga que
castigará al culpable después de haber sido castigada la adúltera- y Don Gutierre empuñó su daga
amenazador.
-¡Oh, Dios!¡Que horrible
calumnia!¡Esto es espantoso!
-¡Vuestro crimen ha de ser
castigado también1-Gritó Don Gutierre.
Entonces, el anciano,
despojándose de la capa y presentando el pecho a su hijo, exclamó:
-¡Dá, hijo
loco y vil, dá!
Ciego de ira, Don
Gutierre, alzando la mano que empuñaba el arma homicida, clavó esta tres veces
en el pecho de su padre.
Habían transcurrido
seis años; Don Gutierre, olvidados ya los acontecimientos que consideraba como
un acto de justicia, vivía tranquilo. Dos años después de la tragedia había
contraído nuevo matrhimonio con Doña Blanca de
Anxeriz, marquesa de Mos, y una nueva vida se había abierto para el.
Pero
un día llevaron al castillo en unas angarillas a Nuño Peres, que había sido
herido gravemente en la encrucijada de Velote.
- ¿Quién es el que ha
pretendido matar a mi fiel escudero? - preguntó, encolerizado, Don Gutierre.
-Fue Juan de Doncos,
señor - Le respondieron.
-¿Juan de
Doncos?¡Buscadlo! -
gritó.
Iban a salir algunos
hombres para detener a Juan de Doncos, cuando apareció este en el pórtico del castillo; se arrodilló y,
poniéndose las manos sobre el pecho, balbuceó.
-Matadme, señor, matadme, si
quereis; pero yo no he hecho otra cosa que vengar a mi hermana.
- ¿ A tu hermana?
-Si, señor, vuestro
escudero Nuño la ha seducido,
la ha perdido… y al pedirle ella que se casara para cumplir como era su deber,
le dio de bofetadas y la empujó con desprecio, derribándola en el suelo.
Don Gutierre se
estremeció. Eso venía a recordarle lo
que había hecho él hacía seis años. Entonces, sin darse cuenta siquiera de
por qué, se acercó al herido preguntándole:
-¡Nuño Peres!¿Es cierto
que has abofeteado a Mariña, hermana de Juan de Doncos?
-Si-respondió con voz débil el herido.
¿Es cierto que hiciste
eso porque la pobre Mariña….?
-Si,si…porque me pedía llorando….que le
cumpliera mi promesa….de casamiento.
Don Gutierre se apartó
de su escudero, pero este añadió:
-No os vayáis….señor….
El conde se le acercó
de nuevo.
-Mandad que se vayan
todos, pues, creo que voy a morir y quiero deciros una cosa.
Don Gutierre hizo salir
de allí a todos; y cuando estuvieron solos, haciendo un gran esfuerzo, con voz
cada vez más débil, habló:
-Señor,
Doña Leonor y vuestro padre murieron inocentes.
A esta revelación
espóntanea que surgió de los labios del agonizante, el conde palideció y exclamó con espanto:
¡Inocentes!¡Nuño pues….!
-Inocentes. Yo amaba a vuestra esposa, señor,
ella me rechazó con desprecio, entonces yo, para vengarme la calumnié.
¡Basta!-gritó el
conde-.¡Que el diablo del infierno te lleve!
Y echando mano a su daga,
que siempre llevaba al costado derecho, en la cintura, la hundió con furia en
el corazón del escudero.
Desde entonces Don
Gutierre Pardo de Gayoso, señor de Guitiriz, de Narla y de Guimarey, estuvo
loco. Por todas partes parecíale ver el fantasma de su padre, mostrándole la
cabeza de doña Leonor; y con frecuencia se le veía de pie junto al puente,
diciendo empavorecido.
¡Dá, dá!.
Y después de tres meses
de padecimientos y pavores, prendió fuego al castillo en un rapto de locura y
murió abrasado en el incendio.
Fotografías en :
http://alianzagalega.blogspot.com.es/
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