Santa María de Ferreira de Pantón es una parroquia gallega del municipio de Pantón,
en la provincia de Lugo, España y una localidad de dicha parroquia, que es la
capital del municipio.
La villa de Ferreira cuenta
con unos 700 habitantes de los 3000 del municipio, agrupados en un nucleo
urbano en torno a la carretera N-120 y la Plaza del Concello.
En el lugar próximo de A Torre
se levanta el castillo de Ferreira, hoy llamado de Maside, ejemplo de
arquitectura feudal del siglo XI, restaurado en el siglo XIX por Jacobo Arias
Sanjurjo. La fortaleza de Ferreira fue morada del caudillo irmandiño Diego de Lemos, muerto en 1492 y enterrado en
la iglesia del monasterio de San Salvador de Ferreira.
En el lugar de Goián se
encuentra el pazo del mismo nombre, que perteneció al duque de Sagro. En el
centro de la villa de Ferreira se encuentra un castro. El templo parroquial es
del siglo XVIII decorado con retablos del siglo XIX. La Casa Consistorial es un
edificio señorial de piedra de cantería, del siglo XVII.
"Pantón
é un país de vales como maus abertas, “Pantón
es un país de valles como las manos
abiertas ,
de colos
maternais e amorosos, de retazos maternales y amorosos.
de
montañas docemente femininas que se erguen
de
montañas dulcemente femeninas que se alzan
para ollar
ó ceo e ó inmenso Val de Lemos
para mirar al
cielo en el inmenso valle de Lemos
deitado ó
seus pes, hermoso e longo.
Acostado a sus
pies, hermoso y largo.
Eiquí a
pedra fíxose arte, flor, Aquí la piedra se
convirtió en el arte, flor,
pasmo,
maravilla, milagro, deslumbramiento, maravilla, milagro,
eirexa,
castelo, mosteiro, pazo, casa, iglesia, castillo,
monasterio, pazo, casa,
para
darlle ó home seguridade e fogar,
para dar seguridad
al hogar y en el hogar,
frente ó
desamparo da vida e do destino"
frente al
desamparo de la vida y del destino.”
LEYENDA
:
LOS MOUROS DEL CASTRO DE ESPASANTE
En esta leyenda me parece ver una
antiquísima semejanza, el recuerdo, modificado por la tradición oral a través
de muchísimos años, de una de tantas citanias incendiadas por los romanos para
vencer la resistencia de los gallegos a su invasión.
Cerca
de Espasante, en el ayuntamiento de Ferreira de Pantón ( Lugo ), hay un
castro al que lleva un camino empedrado, de traza, a mi entender, anterior al
de estilo romano. En una ladera de este camino hallé una gran piedra de
superficie plana, en la cual estaban excavadas unas cuevecitas, una escritura
hemisférica cuyo significado se desconoce todavía, bastante abundante en
Galicia. De aquellas piedra se dio
cuenta en el Boletín de la Comisión provincial de Monumentos de Lugo ( Tomo III
números 31 y 32 del año 1949 ).
En el castro,
según dice la tradición, hay una cueva que, por un oscuro camino subterráneo
perforado a través del monte, va a salir muy lejos de allí. Los mouros, gigantes o gentiles, moraban en
aquella cueva y en ella guardaban sus
tesoros y hacían sus encantamientos.
Ciertas
vez, parece que alguno de aquellos mouros, enamorado de una princesa, hija de un rey de Galicia que vivía en el
viejo castillo de Ribadavia, la encantó y se la llevó consigo a la cueva
del monte.
Cuando
el rey supo la desaparición de su hija, salió en su busca con los mejores caballeros de su casa y
recorrieron todos los caminos y todas las villas y aldeas de su tierra. Pero nada pudieron saber, pues nadie
había visto a la princesa en parte alguna.
El
rey mandó reunirse entonces en los alrededores de su castillo a la gente toda de cinco leguas a la redonda y preguntó
si alguien sabía o había visto alguna cosa que pudiera servir como indicio para
tratar de averiguar lo que había acontecido a la princesa.
Y
fue entonces cuando unos muchachos dijeron cómo una noche de
clara luna vieron ir hacia el monte de Espasante unos cuatro o cinco hombres a
caballo; que aquellos hombres eran altísimos y los caballos también muy grandes
y que habían saltado sobre el río Cabe como si tuviesen alas en los pies.
Y
como se decía que en aquel monte habitaban mouros allí escondidos, creían que
pudieran ser aquellos los raptores de la princesa.
El
rey entonces hizo lanzar sus pregones convocando a todos los caballeros de sus
estados para reunir un gran ejército y fueron a batir y escudriñar todo el
monte del castro; pero cuando ya iban
acercándose a la cumbre, empezó a arder todo el contorno en grandes llamaradas
y a estallar en grandes y pavorosos chisporroteos. Los caballeros se vieron
obligados a descender apresuradamente por las laderas, pero, cuando
hubieron llegado a las faldas, permanecieron rodeando el monte vigilantes,
esperando lo que pudiera sobrevenir.
El monte
estuvo ardiendo dos días enteros; al
cabo, cuando aquella enorme hoguera se extinguió, volvieron a registrar
detenidamente todo el monte, pero nada vieron, ni la cueva, ni mouros, ni cosa
alguna. Solamente unas piedras, unas
pequeñas murallas, allá en la cumbre, que eran como unos muretas circulares; y
había muchos, que parecían curripass, o cuerrías, de las que se hacen en los
sotos para juntar y secar las castañas cuando se recogen.
Hay que visitar Pantón para ver todo esto.
Fotografías en :
http://alianzagalega.blogspot.com.es/
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